La psicopatología alimentaria o comúnmente llamada trastornos de conducta alimentaria, son alteraciones emocionales que tienen como característica principal una alteración persistente en la alimentación causando un deterioro significativo en la salud física, pero también en el aspecto psicosocial.
Dentro de estos trastornos podemos observar el trastorno de evitación, bulimia, anorexia, trastorno por purga, pica, trastorno por atracón, rumiación, vigorexia y ortorexia. En algunos de estos trastornos los pacientes han presentado síntomas similares a las personas que consumen drogas como ejemplo la ansiedad. Los factores que suelen influir en estos trastornos suelen ser desde biológicos, psicológicos y sociales, por ejemplo dentro de la sociedad se manejan estereotipos muy difíciles de alcanzar porque en los medios de comunicación nos presentan a personas altas, muy delgadas, con ojos de color y las relacionan con el éxito en la vida, o con todo lo que uno pudiera desear, cuando en México las personas tienen diferentes rasgos físicos, esto hace que las personas tengan baja autoestima, inseguridad, en casos depresión, y empiezan tener obsesiones, pensamientos irracionales y metas inalcanzables. Por lo general un trastorno siempre va acompañado de otro u otros.
Los trastornos de la conducta alimenticia son en la actualidad un problema multifactorial, que en México no se ha podido erradicar, a pesar de las campañas para su prevención, y desgraciadamente no todos los casos salen adelante con programas de psicoterapia, muchos ni siquiera son expuestos, son sufridos a escondidas y por tanto no entran en los estadísticas; sin embargo la labor del psicólogo de la salud, es de gran importancia en la intervención ante este tipo de trastornos, ya que gracias a las técnicas implementadas desde los enfoques de la psicología existen casos en los cuales la recuperación es completa, los tratamientos basados en estrategias de terapia cognitiva conductual han demostrado ser los más útiles en el manejo de los factores psicológicos que subyacen al problema.
Los trastornos alimenticios en la actualidad de diversas sociedades del mundo, son mucho más comunes de lo que algunas personas podrían pensar. Las culturas de estas sociedades suelen poner énfasis en cuerpos esbeltos y “perfectos”, creando la idea a hombres y mujeres de lo que es el “cuerpo perfecto”, pero al mismo tiempo el ritmo de vida de muchas personas los lleva a consumir comida rápida y a realizar poca actividad física. La insatisfacción con el cuerpo y las dietas usualmente llevan a conductas alimenticias peligrosas y poco sanas. Algunas veces, estos patrones alimenticios pueden convertirse en desórdenes de la alimentación, como son el caso de la anorexia, bulimia, obesidad, por mencionar algunos; estos trastornos son los más comunes debido al impacto personal, familiar y mediático que presentan; pero también existen otros problemas relacionados con la conducta alimentaria, que igualmente pueden generar graves problemas físicos y psicológicos, como lo son: ortorexia, vigorexia, trastorno de pica, entre otros más que han aparecido recientemente.
Nuestro blog aborda este tema tan marcado en la sociedad, explicando en cada uno de los trastornos: definición, factores de riesgo y de protección que intervienen, el manejo de los factores psicológicos que son de suma importancia, especialmente porque va dirigido a nuestra formación profesional como futuras psicólogas; otros aspectos que se abordan son: epidemiología, tipos de evaluaciones y estrategias y programas de intervención, los cuales por fortuna van en aumento, así como también un poco más de conciencia sobre este tipo de trastornos e información que seguramente años atrás no se había investigado a fondo. Es importante tener en cuenta que estos desórdenes se pueden tratar, recurriendo a ayuda profesional: médica, psicológica y farmacológica. Por lo tanto, el fin de esta investigación, es dar a conocer esta información, para proveer a las personas de los conocimientos en este tipo de trastornos.
TRASTORNO DE EVITACIÓN / RESTRICCIÓN DE LA INGESTIÓN DE ALIMENTOS
Es un trastorno de la conducta alimentaria que lleva al paciente a la insuficiente adquisición de nutrientes debido a actos que limitan la ingesta de alimentos y que conllevan a: el crecimiento escaso en los niños o no acorde a la edad, o una pérdida de peso significativa; una deficiencia nutritiva significativa; la dependencia de la alimentación por sonda o mediante suplementos orales y a la interferencia importante en el funcionamiento psicosocial. El problema no se debe a la carencia de alimentos, a una práctica social aceptada, tampoco a un problema médico, y no puede explicarse como otro trastorno. No se produce exclusivamente en el curso de la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa. Los niños pequeños con este trastorno pueden mostrarse apáticos e introvertidos, irritables y ser difíciles de calmar durante la alimentación, la falta de nutrientes necesarios puede incrementar las características asociadas (APA, 2014).
Imagen 6. Evitación de los alimentos.
Imagen 7.- La sensibilidad sensorial afecta la apetencia.
FACTORES BIOLÓGICOS Y PSICOLÓGICOS, DE RIESGO Y PROTECCIÓN,
Del tipo (ibídem):
Emocionales: cuando en los niños mayores y en los adolescentes, el trastorno se relaciona con problemas emocionales generalizados que no cumplen los criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad, depresivos, o bipolares se denomina "trastorno emocional de evitación de alimentos".
Temperamentales: Los trastornos de ansiedad, el trastorno del espectro autista, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno por déficit de atención/hiperactividad pueden ampliar el riesgo de la presencia de conductas características del trastorno.
Ambientales: la ansiedad familiar es un factor asociado al trastorno y el hecho de ser hijo de alguien que padezca trastornos de la conducta alimentaria maximiza el riesgo de padecerlo. La interpretación de parte de los padres del comportamiento infantil como agresivo o de rechazo puede contribuir a la problemática, incluso la presentación de la comida. La conducta puede tener un origen en una psicopatología parental, malos tratos o desatención del niño.
Genéticos y fisiológicos: Los antecedentes de afecciones gastrointestinales, el reflujo gastroesofágico, los vómitos y una gran variedad de problemas clínicos han sido asociados a este trastorno. La sensibilidad sensorial alterada de algunos estados fisiológicos, como el embarazo, pueden motivar la parición del problema, aunque por lo general, en estos casos no se trata de cuadros intensos y no se cumplen todos los criterios del trastorno.
EPIDEMIOLOGÍA
El trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos aparece en la misma medida en los niños y en las niñas, tanto en la lactancia como en la primera infancia. Pero en el caso de los autistas, el mayor número de caso implica a varones. (APA, 2014).
TIPOS DE EVALUACIÓN
Para evaluar la presencia del trastorno se verifica que el paciente cumpla con los criterios diagnósticos establecidos en el DSM-5, mediante el uso de entrevistas dirigidas a los familiares y al paciente mismo. Se realiza una entrevista Clínica para recoger información presente y sobre la historia clínica del paciente. Se hace una exploración psicopatológica sobre el trastorno y la posible existencia de comorbilidad. Se evalúan los síntomas alteraciones conductuales, cognitivas, somáticas y emocionales. Por las implicaciones fisiológicas del trastorno se recomiendo la valoración médica y nutricional que puede ser realizada por un médico (Celis Y Roca, 2011).
MANEJO DE LOS FACTORES PSICOLÓGICOS QUE CONTRIBUYEN A LOS DESÓRDENES ALIMENTARIOS: ESTRATEGIAS Y PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN
Con miras a expandir su modelo a la intervención de cada uno de los trastornos de la conducta alimenticia, Fairburn ha propuesto la teoría transdiagnóstica y la Teoría Cognitivo Conductual derivada de ella, la versión principal, se estructura en 4 etapas desarrolladas en 20 sesiones semanales. La terapia se conforma con distintas formas de tratamiento. Existen dos versiones: la focalizada centrada en la psicopatología de los Trastornos de la Conducta Alimenticia y la extendida que abarca el perfeccionismo clínico, la baja autoestima, estados de ánimo y relaciones interpersonales. La intervención puede durar 40 sesiones en casos de peso por debajo de un índice de masa corporal de 17,5. También hay versiones con modificaciones concretas para pacientes jóvenes, versiones para ser aplicadas en grupo y una modalidad intensiva para pacientes internos. Versión de 20 sesiones (Celis Y Roca, 2011):
Etapa I: 7 sesiones (de 50 minutos) dos por semana.
Sesión Inicial: 90 minutos, debe cubrir 7 componentes: motivar a la paciente; evaluar la naturaleza y severidad de la psicopatología; formular con la paciente, los mecanismos de mantenimiento del problema; describir el tratamiento; explicar la observación de la ingesta mediante autorregistros; aclarar las tareas para la próxima sesión, y resumir la sesión y acordar la siguiente cita.
Sesión 1 Busca conseguir que el paciente se comprometa con la terapia. Se comienza el hábito de monitorizar el peso. Se revisan los autorregistros diarios. Se procura verificar que el paciente entiende el modelo, que será guía del tratamiento.
Sesiones 2-7 Se seguirá una estructura fija: pesar al paciente, revisar los autorregistros, establecer los puntos a tratar y trabajarlos, definir las tareas para la próxima sesión y resumir la sesión. Psicoeducación sobre los Trastornos de la Conducta Alimenticia. Establecimiento de un hábito regular de ingesta de cinco comidas diarias. Hacer partícipes a otras personas en la terapia: familiares y amigos que puedan ayudar a conseguir el cambio, o aquellos que estén obstaculizando el proceso.
Etapa II Transición, 1 o 2 sesiones (1 por semana) en las que se evalúa el avance obtenido. Se identifican las barreras psicológicas y sociales que dificultan el cambio. Se revisa la formulación del caso. Se elige entre continuar con la versión focalizada o aplicar la versión extendida. Se diseña la etapa 3.
Etapa III 8 sesiones, semanales. Se abordan A) preocupación por la figura, rituales de comprobación, sensación de sentirse gorda (o) y pensamientos y creencias relacionados; B) intentos de restringir la dieta, reglas dietéticas y control sobre la alimentación, y C) eventos externos, estados de ánimo y hábitos de alimentación. La intervención cognitiva consiste en identificar los pensamientos y creencias problemáticos que favorecen la perpetuación del trastorno, para cuestionarlos y luego modificarlos, en el entrenamiento en resolución de problemas, en el control de estímulos, en la realización de actividades alternativas sustitutorias.
Etapa IV 3 sesiones, una por cada 15 días. Comprobar que las expectativas del paciente sean realistas y que se adapten a lo logrado, preparar un plan de mantenimiento a largo plazo. Se programa una sesión de revisión para 20 semanas después de terminada la intervención.
Sesión de Revisión. Se vuelve a evaluar Al paciente y se analiza si existe la necesidad de realizar alguna otra sesión.
Video 1. Los Trastornos de la Ingesta [Youtube]. (2015).
REFERENCIAS
APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-5. España: Panamericana.
Celis, A. Y Roca, E. (2011). Terapia cognitivo-conductual para los trastornos de la conducta alimentaria según la visión transdiagnóstica. Acción Psicológica, 8(1), 21-33. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=344030765002
Salud Emocional Medicina Tv. (Productor). (2015). Trastornos de la Ingesta [Youtube]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=PQN2a4UM66o
Es un trastorno alimenticio que se caracteriza por episodios en los que se ingiere una cantidad excesiva de alimentos, durante los cuales, el sujeto se siente descontrolado y solo se detiene cuando su cuerpo le hace saber que ya no puede soportar más alimento, para paliar con la culpa, a continuación el sujeto intenta compensar sus excesos con una conducta no saludable como la inducción del vómito o la ingesta de laxantes, conductas que consideran le llevarán a perder rápidamente el peso que ha ganado (APA, 2014).
Imagen 1.- Ingesta alimenticia excesiva y vómito.
Manifestaciones psicológicas (González y Baile, 200):
Emocionales: cambios bruscos del estado de ánimo, depresión, insatisfacción corporal y por la falta de control, autoestima baja, culpa.
Cognitivas: distorsiones que incluyen pensamientos dicotómicos, obsesivos acerca del peso, la comida o la figura, creencias irracionales sobre el cuerpo y desconocimiento acerca de las necesidades de nutrición alimentaria.
Comportamentales: comer a solas, compra y preparación de alimentos para los atracones, comer mucho y muy rápido, pesarse o medirse mucho, cubrir el cuerpo con ropa amplia, entre otras relacionadas con la comida y el cuerpo.
NIVELES DEL TRASTORNO
Bulimia nerviosa (ibídem):
Leve: entre 1 y 3 episodios de conductas compensatorias inadecuadas a la semana.
Moderada: de 4 a 7 sucesos compensatorios inconvenientes en una semana.
Grave: de 8 a 13 ocurrencias de comportamientos compensatorios inapropiados por semana.
Extrema: 14 o más episodios de conductas compensatorias inapropiadas en la semana.
FACTORES BIOLÓGICOS, PSICOLÓGICOS, DE RIESGO Y PROTECCIÓN.
Del tipo (ibídem):
Temperamentales.- la baja autoestima, las preocupaciones sobre el peso y talla, los síntomas depresivos, el trastorno de ansiedad social y de ansiedad generalizada en la infancia, se vinculan a un mayor riesgo de desarrollar bulimia nerviosa.
Ambientales.- los abusos físicos o sexuales en la niñez, el tener un ideal de cuerpo delgado maximizan el riesgo de padecer bulimia nerviosa.
Genéticos y fisiológicos. La obesidad en infantil y la pubertad a edades tempranas incrementan el riesgo. El trastorno puede ser transmitido por algún familiar, y existe también vulnerabilidad debido a los genes.
Comorbilidad psiquiátrica: La existencia de un trastorno psiquiátrico grave implica el empeoramiento a largo plazo de la bulimia nerviosa.
Profesionales: las personas que se desempeñan en profesiones donde el peso y la buena figura son tomadas muy en cuenta, como bailarinas, azafatas, gimnastas, bailarinas(es), modelos (Chinchilla, 2003).
Otros: estrés, alteraciones del ánimo, limitaciones en la dieta, aburrimiento, sentimientos negativos acerca del peso, la constitución corporal y los alimentos (APA, 2014).
Factores perpetúan el trastorno: aislamiento social, negación del trastorno, el trastorno dismórfico corporal, preocupación excesiva por la comida y por estar delgado, autoobservación excesiva y la distorsión cognitiva en general (Ortuño, 2003).
Imagen 2.-Alteración de la percepción.
Imagen 3.-Preocupación desmedida por el peso corporal.
Imagen 4.- Ideal de cuerpo muy delgado
MANEJO DE LOS FACTORES PSICOLÓGICOS QUE CONTRIBUYEN A LOS DESÓRDENES ALIMENTARIOS
Ante este trastorno mediante una terapia psicológica se tratará de desarrollar en el paciente creencias realistas sobre la imagen corporal y el peso, instituir un patrón normal de peso, disminuir el descontrol en la ingesta de alimentos, laxantes y vómitos. Mejorar la autoaceptación, el afrontamiento de la ansiedad y el funcionamiento social para con ello favorecer el funcionamiento general del paciente (Sánchez y Sánchez, 1992).
El tratamiento cognitivo conductual está indicado con una duración aproximada de dos meses, de no existir respuesta, puede que el caso requiera de la intervención psiquiátrica mediante fármacos (Ortuño, 2010).
EPIDEMIOLOGÍA
La información epidemiológica es difícil de precisar debido a que no todos los casos son reportados, por ello algunos investigadores consideran que la problemática no va en aumento mientras que otros afirman que se está llegando a una proporción epidémica de casos. Aunque las cifras varían entre el 1% y el 20% (Chinchilla, 2003).7
La bulimia nerviosa es mucho más común en las mujeres que en los hombres, se estima que por cada hombre con el padecimiento se reportan 10 mujeres, aunque puede que en las últimas décadas el número de casos en hombres vaya en aumento. La edad media de aparición es a los 20 años (APA, 2014; Chinchilla, 2003, Ortuño, 2010).
El cambio de diagnóstico de bulimia nerviosa inicial a anorexia nerviosa se da entre un 10 y un 15 % de los casos analizados (APA, 2014). Aproximadamente en la mitad de los casos los pacientes se recuperan por completo (Ortuño, 2010).
En los casos graves que implican malnutrición grave, los pacientes pueden presentar alteraciones cognitivas, como la disminución de la atención y la concentración (Ortuño, 2010).
El riesgo de mortalidad es significativamente alto, y puede deberse al suicidio o a las consecuencias asociadas al trastorno. La tasa bruta de mortalidad de la bulimia nerviosa es cercana al 2 % por década (APA, 2014).
Imagen 5. Sintomatología de pacientes con bulimia nerviosa
TIPOS DE EVALUACIÓN.
Los sistemas clasificatorios que incluyen la bulimia nerviosa son la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) y la quinta edición de Manual de diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-5), el cumplimiento de los criterios diagnósticos de estos sistemas, aunados a la recogida de información mediante entrevistas dirigidas al paciente y personas cercanas a él, los autorregistros y los test, constituyen parte importante del protocolo para llegar al diagnóstico de la bulimia nerviosa (González y Baile, 2014)
Instrumentos que suelen ocuparse para evaluar la Bulimia nerviosa (Sánchez y Sánchez, 1992):
Test de actitudes ante la comida de Gasner y Garfinkel, 1979.
Escala de refreno de Herman y Mack, 1975.
Cuestionario de los tres factores ante la comida de Stunkard y Messick, 1985.
Cuestionario de Dutch de la conducta de comer de Van Strien, 1986.
Inventario de desordenes de la comida Garner, 1983.
Escala de Slade, 1973.
Autorregistro de cogniciones- efecto- conducta.
ESTRATEGIAS Y PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN
La evidencia empírica ha revelado que la terapia cognitiva conductual estructurada, la psicoeducación, la terapia interpersonal y la terapia psicofarmacológica son formas de intervención benéficas ante los casos de bulimia, de estás, la más eficaz en el control de los ciclos alimenticios y los síntomas cognitivos asociados es la terapia cognitiva-conductual (González y Baile, 2014).
Un programa destacado de intervención propuesto por Fairburns y sus colaboradores, consiste en una terapia cognitivo-conductual de 3 fases durante 20 sesiones (González y Baile, 2014; Sánchez y Sánchez, 1992):
FASE 1- Establecimiento de la relación y socialización terapéutica, sesiones 1 a la 8: se lleva a cabo el análisis funcional, se intenta establecer una red de apoyo, se describen las consecuencias negativas de seguir usando laxantes y /o induciéndose el vómito. Y se intenta reemplazar los atracones por un patrón regular de comida y peso, esto mediante técnicas conductuales como autorregistros, control de estímulos, entre otros.
FASE 2- Generación de alternativas cognitivo conductuales sesiones 9 a la 16: Se continúa con el patrón regular de alimentación y peso. Se identifican fuentes de estrés que conllevan al descontrol alimenticio, los pensamientos automáticos, significados personales y conductas asociadas, entonces se proponen y practican alternativas en base a la terapia cognitiva de Beck. La prevención de riesgos y recaídas se basa en el modelo de Marlatt de conductas adictivas. Se realiza la exposición progresiva encubierta a la imagen que se rechaza. Y se aplica entrenamiento asertivo ante situaciones que causan ansiedad, apoyando con el uso de refuerzo diferencial con el apoyo de familiares y amistades.
FASE 3-Prevención de recaídas y seguimiento, sesiones 17 a la 20: se enseñan alternativas de prevención cognitiva y se valoran los resultados y se organiza un seguimiento pos terapéutico.
La terapia interpersonal se centra en las relaciones personales y el estrés, suele manejarse en 3 fases a lo largo de 20 sesiones (González y Baile, 2014):
Fase 1: Se identifica los problemas interpersonales.
Fase 2: Se inicia el cambio en las interacciones y en los aspectos cognitivos y emocionales relacionados.
Fase 3: Se enfoca al mantenimiento de los logros obtenidos y a la prevención de las recaídas.
Video 1. Anorexia y Bulimia [Youtube]. (2012).
REFERENCIAS
ANDRÉS U.NACIONAL. (Productor). (2012). Anorexia y Bulimia [Youtube]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=lAxwqHU3PS8
APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-5. España: Panamericana.
Chinchilla, A. (2003). Trastornos de la conducta alimentaria. Recuperado de https://books.google.com.mx/books?id=CuY5it4xhc4C&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
González, M. Y Baile, J. (2014). Tratando bulimia nerviosa. Técnicas y estrategias. Psicológicas. Recuperado de https://books.google.com.mx/books?id=PIeUBQAAQBAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
Ortuño, F. (2010). Lecciones de psiquiatría. Recuperado de https://books.google.com.mx/books?id=5uA3NrYgHuIC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
Sánchez J. y Sánchez, J. (1992). Manual de psicoterapia cognitiva. Tratamiento de la Anorexia y la Bulimia nerviosa. Recuperado de: http://suayed.ired.unam.mx/pluginfile.php/25852/mod_folder/content/0/Lectura%204.pdf?forcedownload=1
De acuerdo con Jimerson, Wolfe, Carroll y Keel (2010), se trata de un síndrome del trastorno alimentario reconocido recientemente que se caracteriza por la compensación de calorías ingeridas mediante laxantes, diuréticos o vómitos provocados, pero en ausencia de atracones. Se diferencia de la bulimia nerviosa en base a la ausencia de episodios de atracones objetivamente grandes.
Recientes investigaciones apoyan la importancia clínica y el carácter distintivo del trastorno por purgas, encontrando niveles similares de patologías al comer entre mujeres con trastorno por purgas y bulimia nerviosa pero diferencias en el apetito, desinhibición y respuesta a la colecistoquinina. En el desarrollo de la descripción nosológica de cualquier trastorno psiquiátrico, investigar patologías de la personalidad podría proporcionar importantes conocimientos en su etiología, desarrollo y mantenimiento del síndrome (Brown, Haedt y Keel, 2011).
Video 1. TIP numero 1 para cortar el ciclo atracón / purga. [Youtube]. (2014).
FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN:
Si bien es cierto
que no se ha establecido una etiología específica para los trastornos
alimenticios no especificados (en el caso de las purgas), se afirma que su
causalidad es multifactorial y abarca una multiplicidad de elementos que se
combinan y acumulan de manera específica en ambientes diversos y en un momento
evolutivo particular –la adolescencia- de las personas que los padecen. Se
sugieren ámbitos de riesgo que incluyen el contexto cultural y el familiar, la vulnerabilidad
constitucional y experiencias adversas de la vida personal que se relacionan en
cada caso de manera específica y determinan configuraciones propias en éstos. Además de lo dicho en cuanto al contexto
cultural, en el contexto familiar suelen encontrarse los rasgos característicos
de lo que se define como la familia psicosomática: aglutinantes,
sobreprotectoras, rígidas (Secretaría de Salud de México, 2012)
MANEJO DE LOS FACTORES PSICOLÓGICOS:
En el terreno psicológico se entiende que los trastornos alimenticios son síntomas de asuntos subyacentes relacionados con conflictos emocionales. La alimentación trastornada constituye para quienes la presentan formas de nutrirse o protegerse, de expresar ira, de autocastigarse, apaciguar tensiones insoportables, distanciarse de situaciones dolorosas y hasta crear una identidad. De hecho algunas de las frases que se pueden escuchar entre las personas que padecen estos trastornos son: “comer me calma”, “cuando como me siento mejor”, “después de purgarme me relajo”, “la comida no me exige nada”.
EPIDEMIOLOGÍA:
Los trastornos alimenticios se inician o presentan principalmente en adolescentes y púberes; muy probablemente, las personas de mayor edad que los padecen iniciaron conductas sintomáticas en esta etapa de su vida. Las edades de aparición o de inicio del trastorno van desde los 12 hasta los 25 años y la frecuencia aumenta entre los 12 y los 17. La expansión de los padecimientos ha implicado también su aparición en edades cada vez más tempranas. Los trastornos alimenticios presentan tanto en hombres como en mujeres y aunque la cantidad de mujeres que los padecen es muy superior a la de hombres, en los últimos años el número de casos de hombres ha aumentado en forma constante. De igual modo, ha aumentado la atención que los medios de comunicación y los profesionales prestan a este hecho, lo que remite al tiempo cuando los trastornos padecidos por mujeres empezaron a llamar la atención (Secretaría de Salud de México, 2012)
TIPOS DE EVALUACIÓN:
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el abordaje de los trastornos de la conducta alimentaria, dada su complejidad, es necesariamente multidisciplinar, y por tanto una evaluación de los aspectos biomédicos por parte de un especialista es esencial y es el factor primario a atender ante cualquier proceso de evaluación, previa a cualquier intervención psicológica, especialmente en pacientes compulsivos-purgativos con una conducta de vómito muy frecuente (Behar, 2008).
En el proceso de evaluación psicológica, hemos de contar con fuentes de información del ambiente familiar y emplear diversos instrumentos que nos permitan obtener información fidedigna, útil y convergente. Probablemente el principal problema del terapeuta a la hora de iniciar el primer contacto con los pacientes, es la ausencia de conciencia de enfermedad, por lo que van a rechazar cualquier tipo de ayuda e incluso a ocultar información o dar datos falsos, teniendo estas primeras sesiones una importancia crucial, puesto que el riesgo de abandonos es enorme. Por eso es fundamental establecer una relación positiva, de confianza y estimular al paciente hacia el proceso de cambio. Para tal menester, se sugiere el uso de la entrevista motivacional, diseñada en el contexto de patologías adictivas, cuyos focos de intervención son dotar de feedback objetivo, aceptación de la autoresponsabilidad en el cambio, proporcionar consejo directo y un menú de alternativas terapeúticas, profundizar en la empatía y apoyo de los recursos y esperanza de las pacientes, evitando el paternalismo. Siguiendo con el proceso de evaluación, los clínicos cuentan con instrumentos de autoinforme estandarizados (Behar, 2008).
ESTRATEGIAS Y PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN:
Los procedimientos operantes de manejo de contingencias han sido las técnicas de intervención más utilizadas. En este contexto, el procedimiento suele consistir en privar al paciente de ciertos privilegios (visitas, ver la televisión, etc.), para que el paciente pueda ir progresivamente obteniendo reforzadores si consigue los objetivos de pautas de alimentación establecidos. A menudo se ponen en marcha programas de economía de fichas para mediar entre los objetivos alcanzados y la obtención de reforzadores. Otras técnicas que suelen aplicarse son las de exposición con prevención de respuesta, control de estímulos, entre otros (Martin, 2013).
La terapia cognitivo-conductual se ha revelado en los últimos años, como la más efectiva en el tratamiento de los trastornos de alimentación. De este modo, los tratamientos, sin perder de vista el objetivo principal, se centran en la eliminación de los pensamientos alterados con el fin de reemplazarlos por otros que promuevan unos patrones de comida y actividad más adecuados. Basándose en la terapia cognitiva de Beck, estos tratamientos han abordado aspectos como las ideas irracionales sobre el peso, la baja autoestima, las distorsiones de la imagen corporal, etc. En relación a la percepción corporal y la actitud negativa hacia el cuerpo, suelen utilizarse técnicas de relajación. Otras técnicas utilizadas para el tratamiento de la imagen corporal son la confrontación directa en video y/o espejo y la terapia psicomotriz. Por otro lado, los principales objetivos terapéuticos desde este planteamiento: la normalización del peso y la ingesta, la mejora de la autoestima y la mejora de la autoconciencia y la confianza personal. Dado que se ha definido los trastornos alimenticios como un problema de base emocional, se sugiere proponer a los pacientes aprender a identificar y expresar las emociones de una forma progresivamente adaptativa. En el aspecto cognitivo, deberemos identificar y reestructurar pensamientos irracionales o ideas disfuncionales (Martin, 2013).
REFERENCIAS
Behar, R. (2008). Trastornos de la conducta alimentaria no especificados, síndromes parciales y cuadros subclínicos. Revista Médica de Chile, 136, pp. 1589-1598. Recuperado de: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872008001200013
Brown, T., Haedt, A., & Keel, P. (2011). Personality pathology in purging disorder and bulimia nervosa. International Journal of Eating Disorders, 44 (8), pp. 735-740. Recuperado de: https://www.researchgate.net/publication/49836903_Personality_pathology_in_purging_disorder_and_bulimia_nervosa
Coral Mujaes. (Productor). (2014). TIP numero 1 para cortar el ciclo atracón / purga. [Youtube]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-gENiDVCT7I Jimerson, D., Wolfe, B., Carroll, D., & Keel, P. (2010). Psychobiology of purging disorder: reduction in circulating leptin levels in purging disorder in comparison with controls. International Journal of Eating Disorders. 43 (7), pp. 584,-588. Recuperado de: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/eat.20738/abstract Martin, F. (2013). Trastornos de la conducta alimentaria. Manual de Psicología, 65 (6). Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-11462008000600014
Secretaria de Salud de México. (2012). Guía de Trastornos Alimenticios. México: Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva. Recuperado de: http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/guiatrastornos.pdf