lunes, 26 de septiembre de 2016

OBESIDAD

OBESIDAD



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  • DEFINICIÓN: 
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial fruto de la interacción entre genotipo y ambiente. Esta enfermedad afecta a un gran porcentaje de la población de países desarrollados como el nuestro, abarcando todas las edades, sexos y condiciones sociales. La prevalencia de la obesidad ha aumentado y continúa incrementándose de forma alarmante en nuestra sociedad, así como en países de economía en transición, adquiriendo proporciones epidémicas (Rubio, et. al. 2007).



Video 1. NatGeo Ciencia de la Obesidad [Youtube]. (2015)


  • FACTORES DE RIESGO:

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Por otra parte, la obesidad es factor de riesgo para enfermedades hepatobiliares, pulmonares, cardiovasculares, articulares, diversos tipos de cáncer, Diabetes mellitus, hipertensión arterial sistémica, entre otras (4). En la actualidad más de 70 % de nuestra población padece sobrepeso y obesidad, por lo que no es de extrañar que las enfermedades cardiovasculares y la diabetes mellitus tipo 2 (DM 2) ocupen hoy en día las primeras causas de mortalidad en nuestro país (3). Con respecto a esta Última patología, se ha reportado que en aquellos individuos con índice de masa corporal (IMC)<22 la probabilidad futura de la presencia de DM 2 es casi inexistente (5). Como se observa, el sobrepeso y la obesidad, es un factor de riesgo para mÚltiples patologías, es por ello necesario identificar a los individuos jóvenes con este problema, con el fin de iniciar medidas correctivas que eviten el desarrollo de complicaciones. Por tal motivo realizamos el presente estudio, cuyo objetivo principal fue determinar la frecuencia y factores de riesgo para sobrepeso y/u obesidad en individuos jóvenes (Hernández, et. al. 2010)


  • FACTORES DE PROTECCIÓN:

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Burrows (2000) propone las siguientes medidas para la prevención de la obesidad:


  • Un cambio en los hábitos de ingesta y de actividad física y no la baja de peso debe ser el objetivo más importante en la prevención y el tratamiento de la obesidad y es la recomendación actual de la Academia Americana de Pediatría.
  • Cambios pequeños pero mantenidos de la dieta base, con especial énfasis en la disminución de los productos hipercalóricos y en un aumento de la actividad física, favoreciendo el caminar y las actividades recreacionales permiten un mayor éxito a mediano y largo plazo, especialmente si estos cambios incluyen al grupo familiar y comienzan en forma temprana.
  • El tratamiento dietético no debe basarse solamente en la restricción calórica, sino que debe realizarse a través de una dieta "saludable" que prevenga los trastornos metabólicos y optimice el balance energético.
  • Una dieta saludable debe considerar estos aspectos, ya que la combinación, frecuencia y horarios en que deben ser ingeridos los alimentos determinan diferencias en el balance energético y en el manejo metabólico de los nutrientes.
  • La actividad física, por otra parte, debe favorecer lo recreacional y no someter a los niños y jóvenes contra su voluntad a intensos programas de deportes y gimnasia.
  • Una disminución en el número de horas dedicadas a la TV o al computador, reemplazandolas por juegos recreacionales o la posibilidad de poder trasladarse caminando al colegio, pueden tener un impacto muy importante en el gasto calórico si se mantienen en el tiempo.







  • FACTORES BIOLÓGICOS:


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En cuanto a los factores genéticos, es importante señalar que no sólo se hereda la predisposición a la adiposidad y la distribución de la grasa corporal; estudios de genética de la conducta indican que factores conductuales tales como la preferencia por las grasas, la elección del intervalo entre comidas, el grado de compensación calórica en respuesta a la restricción de alimentos y aun la inclinación por la actividad física tienen componentes genéticos (Bersh, 2006).

  • FACTORES PSICOLÓGICOS Y EL MANEJO DE LOS MISMOS:

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El aspecto psicológico debe ser considerado y abordado en el tratamiento individual de la obesidad. Un trastorno psicológico puede condicionar muchas de las conductas que tiene un niño o un adolescente con respecto a la ingesta y actividad física. Una baja autoestima, el mal rendimiento escolar, una baja sociabilidad, son factores que pueden asociarse al aislamiento y a la ansiedad, determinando una menor actividad física y una mayor ingesta (Burrows, 2000).

Los objetivos de la terapia conductual para la reducción de peso son la modificación de los hábitos de alimentación y del nivel de actividad física . Típicamente se administra en formato de grupo, y la duración del tratamiento es de 4 a 6 meses, con sesiones semanales. Una herramienta básica es el automonitoreo a través del registro detallado de la ingesta y las circunstancias en que ésta ocurre (diario de alimentación), el cual facilita identificar las influencias personales y ambientales que regulan la ingesta, y permite tomar medidas específicas para modificar malos hábitos. Para estimular la actividad física se emplean las mismas estrategias. Otras estrategias incluyen el control de estímulos, que pretende limitar la exposición a claves sensoriales y situacionales que desencadenan ingesta excesiva. Por ejemplo, se recomienda no hacer otras cosas cuando se está comiendo (como ver televisión). Así mismo, enseña técnicas de manejo de contingencias. La terapia conductual hace hincapié en una nutrición saludable y desaconseja las dietas rígidas, en favor de una dieta balanceada y flexible, que incluya no obstante la reducción de las grasas saturadas y la preferencia del consumo de carbohidratos complejos, verduras y frutas (Bersh, 2006).




  • EPIDEMIOLOGÍA:




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Más de 50% de la población de adultos y casi un tercio de los niños y niñas en México tienen sobrepeso y obesidad. Estimado en millones de personas estaríamos hablando de un poco más de 32671 millones sin contar a los niños. Estas cifras alarmarían a cualquiera que fuere responsable del futuro económico y el bienestar de México. El hecho de tener sobrepeso u obesidad conlleva a un mayor riesgo de mortalidad, así como al desarrollo de múltiples padecimientos especialmente enfermedad coronaria, diabetes tipo 2, cáncer y apoplejia que hoy por hoy son las principales causas de muerte en nuestro país. La Organización Mundial de la Salud anunció que existen en el mundo más de un billón de adultos con sobrepeso de los cuales aproximadamente 300 millones padecen obesidad. Además de la epidemia de obesidad, se observa en México gran incremento en la incidencia de diabetes tipo 2. A la coexistencia de una y otra condiciones se le ha llamado a nivel global the twin epidemic “la epidemia gemela”. El 80% de los casos de diabetes tipo 2 están relacionados al sobrepeso y obesidad en particular la obesidad abdominal. Se pensaba que la enfermedad se limitaba a adultos pero ahora están involucrados los grupos de edad más jóvenes. En México podríamos hablar de por lo menos tres epidemias porque no es sólo la obesidad y la diabetes tipo 2 las que avanzan en el país a pasos agigantados, sino también las enfermedades cardiovasculares que van de la mano con las altas prevalencias tanto de hipertensión arterial como del síndrome metabólico informados en investigaciones basadas en los datos de la Encuesta Nacional de Salud 2000 (Castillo, Ontiveros & López, 2004).



  • TIPOS DE EVALUACIÓN:

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En la evaluación de la obesidad, además de determinar el grado de la misma mediante el IMC, es imprescindible realizar una historia clínica completa y se deben valorar otros factores implicados. Para ello debemos conocer: · Anamnesis: edad de inicio de la obesidad / sobrepeso, desencadenante, intentos y tratamientos previos, evolución del peso (máximo y mínimo obtenidos). Registro alimentario de 24 horas (cuestionarios o encuestas con el objeto de detectar errores dietéticos). Actividad física habitual (tipo y frecuencia). Enfermedades asociadas. · Exploración física: peso (sin zapatos y en ropa interior), talla, IMC, PC y tensión arterial (con manguito adaptado a pacientes obesos). Analítica: hemograma, glucemia, perfil lipídico, enzimas hepáticas, creatinina y TSH si procede. Ante una persona con IMC = 30 kg. / m2 , habrá que descartar secundarismo (tabla 3). · De forma rutinaria se debe valorar el riesgo cardiovascular, preferiblemente mediante cuantificación con tablas (Gómez & Lachica, 2008).


  • ESTRATEGIAS Y PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN:

Un protocolo individual de tratamiento de la obesidad infantil y juvenil debe incluir los aspectos antes señalados y el principal objetivo debe ser el conseguir hábitos de ingesta y estilos de vida saludable y la normalización de los trastornos metabólicos, más que la reducción del peso corporal. Estos programas deben ser multiprofesionales con un equipo que incluya médicos, nutricionistas, enfermeras, psicólogos y educadores físicos. Es necesario integrar además personal técnico con conocimientos culinarios, que enseñen a la familia la preparación de dietas saludables. El equipo de salud debe ser ante todo el que oriente y apoye al niño y a la familia en este difícil proceso de cambio de hábitos y no asumir el rol del que condena, crítica o priva de toda posibilidad de soluciones y metas realistas. Por muy complejo que parezca, siempre habrá una solución para cada niño obeso y su familia y, de eso, el equipo de salud debe estar plenamente convencido (Bersh, 2006).

 Gómez y Lachica. (2008), mencionan que el tratamiento, propiamente dicho, se centra en el aprendizaje de una serie de técnicas cognitivo conductuales dirigidas a la mejora de sus hábitos de alimentación y a la modificación de distintas variables psicológicas asociadas. Para cubrir dichos objetivos generales en el tratamiento podemos distinguir la utilización de distintas técnicas: 

  • Información sobre la obesidad.
  • Elaboración de menús.
  • Entrenamiento en técnicas de autocontrol.
  • Entrenamiento en relajación.
  • Habilidades sociales.
  • Reestructuración cognitiva.
  • Solución de problemas. 




REFERENCIAS 

Bersh, S. (2006). La obesidad: aspectos psicológicos y conductuales. Rev. Colomb. Psiquiatr. 35(4). Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-74502006000400007&lng=en&nrm=iso&tlng=es

Burrows, R. (2000). Prevención y tratamiento de la obesidad desde la niñez: la estrategia para disminuir las enfermedades crónicas no transmisibles del adulto. Rev. med. Chile. 128(1). Recuperado de: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0034-98872000000100015&script=sci_arttext

Castillo, C., Ontiveros, E., & López, P. (2004). Epidemiología de la Obesidad. Gac. Med. Méx. 140(2). Recuperado de: http://www.anmm.org.mx/bgmm/1864_2007/2004-140-SUP2-3-20.pdf

Gómez, M., & Lachica, L. (2008). La obesidad: un factor de riesgo cardiometabólico. Medicina y Familia. 8 (2). Recuperado de: http://www.samfyc.es/Revista/PDF/v8n2/06.pdf

Hernández, B., Vázquez, C., Silva, A., Virgen, M., Landa, T., Figueroa, O., Ayala, R., Guerrero R., Chávez, E., & Sánchez, O. (2010). Frecuencia y factores de riesgo asociados a sobrepeso y obesidad en universitarios de Colima, México. Rev. Salud Pública. 12(2). Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0124-00642010000200003

NatGeo. (Productor). (2015). NatGeo Ciencia de la obesidad. [Youtube]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=wPlkI6vMN5E

Rubio, M., Salas J., Barbany, M., Moreno, B., Aranceta, B., Blay, V., Carraro, R., Formiguera, X., Foz, M., Pablos, P., Luna, P., Griera, J. Torre, M., Remesar, J., Tebar, J., & Vidal. J. (2007).Consenso SEEDO 2007 para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención terapéutica. Rev. Esp. Obes. 5(3). Recuperado de: http://smhstar.org/archivos/080324Consenso_SEEDO2007.pdf
























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